martes, 28 de enero de 2014

Si te llamo amigo

Si te llamo amigo,
siempre tu tendrás parte de mi corazón,
siempre estaré orgullosa,
de serte siempre fiel.

Tanto como yo necesito amistades,
tu debes necesitarlas también.
Yo también formaré parte de tu corazón,
para estar siempre cerca cuando me necesites,
no estaré ahí en carne,
pero siempre estaré ahí en espíritu.

Soportaré tus cambios de ánimo,
y trataré de entender tus necesidades,
cuando estés enojado.

Reiré contigo cuando tu lo hagas.
Cuando tu tristeza te sobrepase,
lloraremos juntos,
si te sientes caído,
yo te levantaré y echaré tus dudas lejos,
cuando pienses que no puedes continuar,
yo te recordaré que "si" puedes,
cuando te desanimes,
yo levantaré tu ego bien alto.

Cuando necesites silencio pero no soledad,
nos sentaremos juntos en paz y silencio.
Cuando desees jugar,
siempre tendrás un compañero de juegos,
cuando te sientas arriba del mundo,
yo te abrazaré suavemente la espalda,
y te diré que tienes todo el derecho de estar ahí.
Nunca estarás completamente solo
un pedazo mío siempre estará contigo,
una cosa siempre te podré brindar,
el regalo de mi amistad,
para que tú lo aceptes.

Permite que nuestra amistad te haga sonreír,
que brinde alegrías a tu vida,
como tú lo has hecho conmigo,
cuando te sientas confundido,
y pierdas tu camino,
permíteme guiarte en el sendero correcto.

Reposa sobre mí cuando necesites compañía,
déjame compartir tu tristeza y tu dolor,
¿Cuan buena puede ser una amistad,
si no puedes entender que sí me importas?

Si te llamo amigo,
siempre tu sabrás,
la amiga que siempre tendrás en mí.



Autor desconocido

Colaboración de Loly
México
ESCLAVO DE TU AMOR


NO SE SI ESTOY EN LA PLAYA YO NO QUIERO EN ESTA VIDA 
SER ESCLAVO NI SER DUEÑO 
PERO EL DESTINO HA QUERIDO 
QUE TU ME QUITES EL SUEÑO 

ME HAS CONVERTIDO EN ESCLAVO 
DE TUS GUSTOS Y MANIAS 
Y ME TIENES DESVELADO 
POR LA NOCHE Y POR EL DIA 

ME TIENES DESORIENTADO 
SIN RUMBO, SIN HORIZONTE 
EN LA CIUDAD O EN EL MONTE

PERO PENSANDOLO BIEN
HABRA ALGO MAS BONITO
QUE ESTAR BIEN DESORIENTADO
POR CULPA DE ESTE PATITO

Y SI ESCLAVO DEBO SER
QUE MEJOR QUE TU CARIÑO
QUE ME SABE COMPRENDER
Y ME TRATA COMO A UN NIÑO

DANDOME AMOR Y TERNURA
Y TODO LO QUE LE PIDO
NO QUIERO PENSARLO MAS
A VER SI AL FIN ME DECIDO

PREFIERO ANTES QUE SER LIBRE
ESCLAVO DE TU CARIÑO.
Blanca nieves y los siete enatitos.

Érase una vez una hermosa reina que deseaba ardientemente la llegada de una niña. Un día que se encontraba sentada junto a la ventana en su aro de ébano, se picó el dedo con la aguja, y pequeñas gotas de sangre cayeron sobre la nieve acumulada en el antepecho de la ventana. La reina contempló el contraste de la sangre roja sobre la nieve blanca y suspiró.
- ¡Cómo quisiera tener una hija que tuviera la piel tan blanca como la nieve, los labios rojos como la sangre y el cabello negro como el ébano!
Poco tiempo después, su deseo se hizo realidad al nacerle una hermosa niña con piel blanca, labios rojos y cabello negro a quien dio el nombre de Blanca Nieves.
Desafortunadamente, la reina murió cuando la niña era muy pequeña y el padre de Blanca Nieves contrajo matrimonio con una hermosa mujer y cruel que se preocupaba mas de su apariencia física que de hacer buenas acciones.
La nueva Reina poseía un espejo mágico que podía responderle a todas las preguntas que ella le hacía. Pero la única que le interesaba era:
- Espejo mágico, ¿quién es la más hermosa del reino?
Invariablemente el espejo le respondía:
- ¡La más bella eres tú! La vanidad de la Reina vivía satisfecha con la respuesta, hasta que un día, el espejo le respondió algo diferente:
- Es verdad que su majestad es muy hermosa; pero ¡Blanca Nieves es la más hermosa del reino!
Enfurecida, la envidiosa Reina grito:
- ¿Blanca Nieves más hermosa que yo? ¡Imposible! ¡Eso no lo tolerare!
Entonces mando llamar a su más fiel cazador.
- ¡Llévate a Blanca Nieves a lo más profundo del bosque y mátala! Tráeme su corazón como prueba de que cumpliste mis ordenes.
El cazador inclinó la cabeza en signo de obediencia y fue en busca de Blanca Nieves.
¿Adónde vamos? preguntó la joven.
- A dar un paseo por el bosque su Alteza, - respondió el cazador -. El pobre hombre acongojado, sabía que sería incapaz de ejecutar las ordenes de la Reina. Al llegar al medio del bosque, el cazador explicó a Blanca Nieves lo que sucedía y le dijo:
- ¡Corre vete lejos de aquí y escóndete en donde la Reina no pueda encontrarte, y no regreses jamás a palacio!
Muy asustada Blanca Nieves se fue llorando, el cazador mató a un jabalí y le sacó el corazón.
"La Reina creerá que es el corazón de Blanca Nieves" - pensó el cazador -."Así la princesa y yo viviremos más tiempo".
Blanca Nieves se encontró sola en medio de la oscuridad del bosque. Estaba aterrorizada. Creía ver ojos en todas partes y los ruidos que escuchaba le causaban mucho miedo.
Corrió sin rumbo alguno. Vagó durante horas, hasta que finalmente vio en un claro del bosque, una pequeña cabaña.
- ¿Hay alguien en casa? - preguntó mientras tocaba a la puerta -.
Como nadie respondía, Blanca Nieves la empujó y entró. En medio de la pieza vio una mesa redonda puesta para siete comensales. Sintiéndose segura y al abrigo, subió las escaleras que conducían a la planta alta donde descubrió, una al lado de la otra, siete camas pequeñas.
- "Haré una pequeña siesta" - se dijo - ¡Estoy tan cansada! "
Entonces se acostó y se quedó profundamente dormida.

La cabaña pertenecía a los siete enanitos del bosque. Eran muy pequeños, tenían barbas largas y llevaban sombreros de vivos colores. Esa noche regresaron de una larga jornada de trabajo en la mina de diamantes.
- ¡Miren! ¡Hay alguien durmiendo en nuestras camas! - . Uno de ellos tocó delicadamente el hombro de Blanca Nieves quien despertó sobresaltada.
- ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? - preguntaron los enanitos sorprendidos -.
Blanca Nieves les contó su trágica historia y ellos la escucharon llenos de compasión.- Quédate con nosotros -. Aquí estarás segura. - ¿Sabes preparar tartas de manzana? - preguntó uno de ellos -.
- ¡Sí, sí! Puedo preparar cualquier cosa - respondió ella contenta -.
- La tarta de manzana es nuestro postre preferido - le dijeron.
Blanca Nieves se ocupaba de las faenas de la casa mientras ellos trabajaban en la mina de diamantes, y en la noche ella les contaba divertidas historias. Sin embargo, los enanitos se sentían inquietos por la seguridad de Blanca Nieves.
- No hables con extraños cuando estés sola. Y, sobretodo, ¡no le abras la puerta a nadie! - le advertían al salir.
- No se preocupen. Tendré mucho cuidado - les prometía -.
Los meses pasaron y Blanca Nieves era cada vez más hermosa. Leía, bordaba y cantaba hermosas canciones. Algunas veces soñaba que se casaba con un apuesto príncipe.
Entretanto la malvada Reina convencida de que Blanca Nieves estaba muerta, había cesado de interrogar a su espejo mágico. Pero una mañana decidió consultarlo de nuevo.
- ¿Es verdad que yo soy la más hermosa del reino? - preguntó -.
- No, tu no eres la más hermosa, la más hermosa - respondió el espejo - es Blanca Nieves, sigue siendo la más hermosa del reino.
- ¡Pero Blanca Nieves está muerta! - No - contestó el espejo -. Está viva y habita con los siete enanitos del bosque.
La Reina encolerizada mandó buscar al cazador, pero éste se había marchado del palacio. Entonces empezó a pensar como haría para deshacerse ella misma de la joven de una vez por todas.
Blanca Nieves estaba preparando una tarta cuando una vieja aldeana se acercó a la casita. Era la malvada Reina disfrazada de mendiga.
- Veo que estás preparando una tarta de manzanas - dijo la anciana asomándose por la ventana de la cocina -.
- Sí - respondió nerviosamente Blanca Nieves -. Le ruego me disculpe pero no puedo hablar con extraños.
¡Tienes razón! - respondió la Reina -. Yo simplemente quisiera regalarte una manzana. Las vendo para vivir y quizás un día quieras comprar. Son deliciosas ya veras.
La Reina cortó un trozo de manzana y se lo llevó a la boca.
- ¿Ves hijita? Una manzana no puede hacerte ningún mal. ¡Disfrútala! Y se alejó lentamente.
Blanca Nieves no podía alejar sus ojos de la manzana. ¡No sólo parecía inofensiva, sino que se veía jugosa e irresistible!
No puede estar envenenada, la anciana comió un trozo, se dijo. La pobre Blanca Nieves se dejó engañar. ¡La malvada reina había envenenado la otra mitad de la manzana! Poco después de haber mordido la manzana, Blanca Nieves cayó desmayada y una muerte aparente hizo su efecto de inmediato. Allí se la encontraron los siete enanos al regresar de la mina.
- ¡Esto, sin duda alguna, es obra de la Reina! - gritaron angustiados mientras intentaban reavivar a Blanca Nieves -.
Pero todo era en vano, la muchacha inmóvil, no daban ninguna señal de vida. Su aliento no empañaba el espejo que los enanitos le ponían cerca de la boca.
Los siete enanitos lloraban amargamente la muerte de Blanca Nieves y no querían de ninguna manera separarse de ella. Tal era su belleza que al verla daba la impresión de que estaba dormida. Posiblemente pensaron, era víctima de un hechizo. Entonces decidieron ponerla dentro de una urna de cristal y hacer turnos para cuidarla.
Un día un joven Príncipe que pasaba por el bosque oyó hablar de la hermosa princesa que yacía en la urna de cristal.
¡Como quisiera verla! Pensaba mientras se dirigía a la casa de los siete enanitos.
Al verla, el príncipe se enamoro inmediatamente de ella. - ¡Era la joven más hermosa que jamás había visto! - ¡por favor déjenme cuidarla! - suplicó a los siete enanitos -. Yo velaré su sueño y la protegeré por el resto de mi vida.

En un comienzo los enanitos se negaron, pero después aceptaron pensando que Blanca Nieves estaría más segura en el castillo.
Cuando los lacayos del príncipe levantaron la urna de cristal para llevársela, uno de ellos se tropezó y el cofre se sacudió. El trozo de manzana envenenada cayó de la boca de Blanca Nieves. Sus mejillas, hasta entonces de un pálido mortal, comenzaron a teñirse de rosa y sus ojos se abrieron lentamente. Los enanitos no podían contener su alegría, mientras el príncipe se arrodillaba al pie de Blanca Nieves.
- Deseo con todo mi corazón que seas mi esposa - susurró el príncipe conmovido.
Blanca Nieves que se había enamorado del apuesto príncipe, le respondió:
- Sí, seré tu esposa.
La boda se celebró con una gran fiesta. La malvada fue perdonada e invitada. ¡Pero cuando vio la belleza y dulzura de Blanca Nieves, se lleno de tal rabia y envidia, que cayó muerta al instante!
Blanca Nieves y el Príncipe vivieron felices en un hermoso castillo, y los siete enanitos nunca tuvieron que regresar a trabajar a la mina de diamantes.
FIN.

La caperucita roja
Había una vez una niña muy bonita. Su madre le había hecho una capa roja y la muchachita la llevaba tan a menudo que todo el mundo la llamaba Caperucita Roja.
Un día, su madre le pidió que llevase unos pasteles a su abuela que vivía al otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviese por el camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre andaba acechando por allí el lobo.
Caperucita Roja recogió la cesta con los pasteles y se puso en camino. La niña tenía que atravesar el bosque para llegar a casa de la Abuelita, pero no le daba miedo porque allí siempre se encontraba con muchos amigos: los pájaros, las ardillas...
De repente vio al lobo, que era enorme, delante de ella.
- ¿A dónde vas, niña?- le preguntó el lobo con su voz ronca.
- A casa de mi Abuelita- le dijo Caperucita.
- No está lejos- pensó el lobo para sí, dándose media vuelta.
Caperucita puso su cesta en la hierba y se entretuvo cogiendo flores: - El lobo se ha ido -pensó-, no tengo nada que temer. La abuela se pondrá muy contenta cuando le lleve un hermoso ramo de flores además de los pasteles.
Mientras tanto, el lobo se fue a casa de la Abuelita, llamó suavemente a la puerta y la anciana le abrió pensando que era Caperucita. Un cazador que pasaba por allí había observado la llegada del lobo.
El lobo devoró a la Abuelita y se puso el gorro rosa de la desdichada, se metió en la cama y cerró los ojos. No tuvo que esperar mucho, pues Caperucita Roja llegó enseguida, toda contenta.
La niña se acercó a la cama y vio que su abuela estaba muy cambiada.
- Abuelita, abuelita, ¡qué ojos más grandes tienes!
- Son para verte mejor- dijo el lobo tratando de imitar la voz de la abuela.
- Abuelita, abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!
- Son para oírte mejor- siguió diciendo el lobo.
- Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!
- Son para...¡comerte mejoooor!- y diciendo esto, el lobo malvado se abalanzó sobre la niñita y la devoró, lo mismo que había hecho con la abuelita.
Mientras tanto, el cazador se había quedado preocupado y creyendo adivinar las malas intenciones del lobo, decidió echar un vistazo a ver si todo iba bien en la casa de la Abuelita. Pidió ayuda a un segador y los dos juntos llegaron al lugar. Vieron la puerta de la casa abierta y al lobo tumbado en la cama, dormido de tan harto que estaba.
El cazador sacó su cuchillo y rajó el vientre del lobo. La Abuelita y Caperucita estaban allí, ¡vivas!.
Para castigar al lobo malo, el cazador le llenó el vientre de piedras y luego lo volvió a cerrar. Cuando el lobo despertó de su pesado sueño, sintió muchísima sed y se dirigió a un estanque próximo para beber. Como las piedras pesaban mucho, cayó en el estanque de cabeza y se ahogó.
En cuanto a Caperucita y su abuela, no sufrieron más que un gran susto, pero Caperucita Roja había aprendido la lección. Prometió a su Abuelita no hablar con ningún desconocido que se encontrara en el camino. De ahora en adelante, seguiría las juiciosas recomendaciones de su Abuelita y de su Mamá.

FIN